lunes, 14 de abril de 2008

MEMORIAS DE UN SÁBADO


Este es uno de los sábados que podríamos calificar como memorables. Incluso me atrevería a decir que lo podríamos encontrar entre las páginas descoloridas de un best-seller. ¿Por qué no? Dentro de… la saga de Harry Potter.
Está el pobre Harry en medio del despacho de Dumbledore, hecho un mar de dudas como siempre, y de repente sus ojos se fijan en una vasija de aspecto mágico (como todo lo que tiene en su despacho). Los más freackies recordareis su nombre: el Pensadero. Pero en esta ocasión Harry no se vería inmerso en un juicio o una persecución. Los libros le rodean. Fisio, Político, Física, Fundamentos, Anatomía, Bases Psicopedagógicas… Te ha visto a ti, sí, y a ti también, estudiando totalmente sumergida. A la hora de comer, muerto de curiosidad (y muerto de hambre) se asoma al comedor y ¡mira, las de Pamplona! La comida digna de un banquete de Hogwarts. Después de atravesar los pasadizos del Colegio, la tertulia da comienzo. Ana Sastre comparte con las asistentes sus deliciosos recuerdos de los inicios de Zurbarán. La meditación tuvo cierto sabor a aniversario.
Pero no se detiene aquí la aventura de Harry, tras una intensa tarde de estudio… una suculenta cena y el esperado peliculón: Once. Repetible al máximo, según palabras de Harry. Le hubiese gustado quedarse aquí mucho más tiempo pero un soplo del destino le arrastró de nuevo a aquel despacho que en ese momento le pareció mucho más aburrido y hueco. Pena que J.K. Rowling no encontrase palabras para describir este sábado. Un sábado con olor a magia.

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